Conexiones clandestinas y aguas servidas: El río Rocha al borde del colapso

Fecha: 2024-07-01

El icónico río Rocha, una vez símbolo de vida y naturaleza, hoy se presenta como un claro ejemplo de los desafíos ambientales que enfrentan los ríos urbanos en Bolivia. Sus aguas turbias y malolientes son el resultado de años de contaminación y abandono, reflejando una problemática común en muchas urbes del país. El río Rocha recorre más de 80 kilómetros desde el municipio de Sacaba, atravesando Tiquipaya, Cercado, Colcapirhua, Quillacollo, Vinto y Sipe Sipe. A lo largo de su curso, este afluente se ha convertido en una cloaca al aire libre, principalmente debido a las conexiones clandestinas de aguas servidas que desembocan directamente en él. Según registros de la Gobernación de Cochabamba, existen cerca de 600 conexiones ilegales a lo largo de su recorrido, lo que ha llevado a una crisis ambiental que requiere la instalación de más de 60 plantas de tratamiento de aguas residuales para su mitigación efectiva. Guillermo Bazoberry, secretario de planificación de la Gobernación de Cochabamba, reconoce la magnitud del problema: “Debemos reconocer que el río Rocha se ha convertido en una gran alcantarilla. La mayor cantidad de descargas están en Cercado”. Esta situación ha llegado a tal punto que estudios de la Fundación Gaia Pacha han detectado anfibios con malformaciones causadas por la contaminación del agua. La contaminación del río Rocha no solo afecta a la fauna local, sino también a la salud pública. En varias zonas, las aguas contaminadas se utilizan para regar cultivos agrícolas, exponiendo a la población a alimentos de mala calidad. “Lo triste de todo esto es que nosotros estamos expuestos diariamente a este tipo de contaminación por muchas hortalizas que son regadas con estas aguas que tienen tan mala calidad”, comentó una miembro de la Fundación Gaia Pacha. En el municipio de Sacaba, existen cinco plantas de tratamiento de aguas residuales, pero ninguna de ellas opera al 100% de su capacidad. Un ejemplo es la planta de Pucara, que solo trata el 30% del agua residual que recibe. Actualmente, los esfuerzos se limitan a programas de limpieza, insuficientes para abordar la magnitud del problema. Sin embargo, hay esperanza. En Cochabamba se ha lanzado un proyecto financiado por la embajada francesa que busca tratar las aguas del río Rocha para que, inicialmente, puedan ser utilizadas en el riego de áreas verdes. Este es un primer paso hacia la recuperación del río y la mejora de la calidad de vida de los habitantes de la región. A medida que Bolivia continúa urbanizándose, es crucial que se implementen políticas y acciones efectivas para proteger sus recursos hídricos. El caso del río Rocha es una llamada de atención urgente para las autoridades y la ciudadanía, que deben trabajar juntos para revertir el daño y asegurar un futuro sostenible para las generaciones venideras.