La pérdida de bosques disminuye en el mundo, pero en Bolivia crece un 27%

Fecha: 2024-04-05

La pérdida de bosques primarios ha disminuido ligeramente a nivel mundial en un 9%, pero Bolivia nada a contracorriente y ha elevado su pérdida boscosa en un 27%, de acuerdo al nuevo reporte de organismos internacionales. Lo que es peor, el país ha ganado terreno en el tercer lugar de pérdida de bosques a nivel mundial y el 2023 se marcó el nivel más alto en los últimos 20 años con más de 500 mil hectáreas perdidas, la mitad de ellas por fuegos forestales. Todo esto según el informe del World Resources Institute, Global Forest Watch, y la Universidad de Maryland. “En Bolivia, la pérdida de bosques primarios aumentó en 27%, alcanzando su pico más alto en una tendencia ascendente consecutiva por tercer año. Bolivia tiene el tercer lugar en más pérdida de bosques primarios en los países tropicales”, alerta el reporte. Estos datos, altamente preocupantes, marcan la gestión del presidente Luis Arce. Brasil y Colombia han dado el ejemplo con una disminución de su deforestación en 36% y 49%, respectivamente. Esto muestra que con voluntad política y acciones se pueden lograr resultados positivos, señala el informe. El fuego gana bosque El año pasado, por primera vez, más del 51% de la pérdida de bosques fue a causa de los incendios. El fuego iniciado por el hombre se ha convertido en uno de los principales depredadores de los árboles y ecosistemas indispensables para la naturaleza. Sin embargo, no se puede dejar de lado que casi la mitad de los bosques desaparecen por otras causas humanas, como la deforestación directa vía maquinaria pesada. Por ejemplo, la expansión de la agroindustria, a través de la soya, ha significado la pérdida de casi 1 millón de hectáreas en Bolivia desde inicios del centenio. Casi un 25% de estos cultivos estarían en manos de colonias menonitas. Lo preocupante, señala el informe internacional, es que “el gobierno continúa promoviendo negocios de la agroindustria, fijándose ambiciosas metas para la soya, para la exportación de carne, promoviendo la expansión del biodiésel, y el subsidio a la actividad agroindustrial”. Una imagen “impecable” El Gobierno boliviano ha manejado un discurso de protección de los derechos de la Madre Tierra; sin embargo, sus políticas muestran lo contrario y su imagen internacional permanece impecable, indicó el economista ambiental Stasiek Czaplicki Cabezas. “El Gobierno es bastante inmune a la presión externa y Bolivia sufre esta condición de entidad no globalizada por ser un país con indicadores económicos bajos”, señaló el investigador. Los impactos se han manifestado a través de prolongadas sequías y lluvias intensas, apunta Stasiek; mientras que Bolivia impulsa acciones depredadoras, centrando su atención en Beni, donde avanza el sector privado, pero también la inversión pública centrada en la agroindustria y biocombustibles. Falta poco para alcanzar el plazo (2030) para detener la deforestación y revertirla, según un acuerdo apoyado por 145 países, menos Bolivia. El director de la Fundación Tierra, Juan Pablo Chumacero, destacó que Brasil y Colombia, que redujeron su pérdida boscosa en 2023, han demostrado que con voluntad política y planes coherentes se pueden lograr resultados. “Colombia y Brasil han manifestado su intención de lograr una deforestación cero, pero Bolivia se opuso a ello y esto refleja que no existe voluntad política, y lo que se hace en el país es plantear una política de desarrollo a costa de los bosques”, manifestó. Chumacero cree que hace falta un cambio de modelo de desarrollo, alcanzar uno que no sea “a costa del bosque”, sino con su sostenibilidad. Uno en el que se consideren las posibilidades de progreso económico junto a la gente que depende directamente de los bosques. Asimismo, entre las recomendaciones del reporte internacional está el insistir en mecanismos de financiamiento que otorguen valor al bosque en pie, en lugar de al bosque tumbado. “Las inversiones en bioeconomía pueden dirigir a un progreso en reducir la deforestación mientras se promueve crecimiento económico y se aseguran los estilos de vida de quienes dependen de los bosques”.